Siguiendo lo expuesto en el post
anterior…
En
el “diario.es” el pasado 12 de Junio se publicó lo siguiente:
“Hace una semana, el secretario de Estado, Federico
Ramos, aseguró que la probabilidad de que pueda ocurrir la peor incidencia,
es decir, un escape de petróleo en forma de marea negra en los sondeos
exploratorios de Canarias, estaría entre el 0,00045% y el 0,000028%.”
(http://www.eldiario.es/canariasahora/especial/petroleo/vertido-barco-Repsol-Rowan_Reinassence-derrame-petroleo-Namibia_0_270173062.html. (12/06/2014 - 09:22h)
Al
leer este párrafo uno debe preguntarse: entre un 0,00045% y un 0,000028%, ¿es
muy o poco probable?
Quiero
decir, ¿es aceptable?
Entiendo,
sin ánimos de ser pretencioso, que la práctica totalidad de lectores será
lógicamente incapaz de contestar a esta pregunta partiendo de los datos tal y
como están expresados, ya que la mayoría de nosotros no somos capaces de
visualizar una probabilidad del 0,000028%.
Pero
vamos a ver si expresando los datos de otra manera somos capaces de determinar
si el riesgo es aceptable, es decir, si estaríamos dispuestos a correr ese
riesgo, dada la probabilidad de ocurrencia (en términos comprensibles) y teniendo en cuenta los beneficios
socioeconómicos que el proyecto reportaría.
Y
para ello, vamos a diseñar un juego en el que intervengan los mismos valores.
Para simplificar, voy a utilizar el valor de una probabilidad del 0,00045%.
¿Cómo podríamos expresar este valor de forma más intuitiva?
Bien,
imaginemos un dado de 6 caras. La posibilidad de que al lanzarlo salga una cara
determinada es de 1 entre 6 (1/6) que es aproximadamente un 16,6%.
Así
la probabilidad de que, por ejemplo, salga un 2 en un solo lanzamiento, será
del 16,6%. Obviamente, la probabilidad de que salga cualquier número excepto el
2, será del 83,4% (100% - 16,6%)
Avancemos
un poco más. Conociendo que la probabilidad de no sacar un “2” en un solo
lanzamiento, es del 83,4%, les planteo tres juegos:
- Usted lanza el dado, si sale un número diferente a “2”, gana 100 €, si sale un “2”, pierde 1 € (usted puede ganar 100 veces más de lo que puede perder)
- Usted lanza el dado, si sale un número diferente a “2”, gana 10.000 €, si sale un “2”, pierde 10€ (usted puede ganar 1.000 veces más de lo que puede perder)
- Usted lanza el dado, si sale un número diferente a “2”, gana 100 Millones de €, si sale un 2, pierde 10.000 € (usted puede ganar 10.000 veces más de lo que puede perder)
En
los tres juegos, la probabilidad de ganar es de un 83,4%.
Si
ahora les pregunto a cuál de los tres jugaría, su respuesta dependería de lo
siguiente:
- ¿Estoy dispuesto a perder algo? Aunque sea 1 sólo euro.
- En caso de estar dispuesto a perder y perder, ¿puedo permitirme el pago?
- En caso de que se den 1) y 2), ¿estoy dispuesto a jugar con la probabilidad de ganar que tengo?
Entendido
este ejemplo, veamos cómo queda esto de un 0,00045%.
Una
probabilidad del 0,00045% quiere decir que hay aproximadamente una posibilidad
de entre 222.222. (0,00045% = (0,00045 / 100) = 0,0000045 = (1 / 222.222))
Ahora,
si planteamos el juego del dado, esta vez el dado tendrá 222.222 caras.
Y
si en estas condiciones le vuelvo a ofrecer jugar a alguno de los tres juegos
anteriores, su respuesta seguiría dependiendo de lo mismo:
- ¿Estoy dispuesto a perder algo? Aunque sea 1 sólo euro.
- En caso de perder, ¿puedo permitirme el pago?
- En caso de que se den 1) y 2), ¿estoy dispuesto a jugar con la probabilidad de ganar que tengo?
Pero
en este caso, pensaría que sería muy mala suerte sacar un 2 habiendo 222.221
caras que no tienen un 2. Es decir, ahora, la probabilidad de perder es de
0,0000045. O dicho de otra manera, la probabilidad de ganar es del 99,99955%.
Aún
así, si usted no estuviera dispuesto a perder ni un euro en ningún caso, o no
tuviera el dinero suficiente para pagar en caso de perder, tampoco jugaría.
En
definitiva, todo depende de lo que estoy dispuesto o puedo arriesgar y de la
certeza que tengo sobre lo probable que será que gane o pierda.
Es
más probable que un ecologista no pase de la opción 1), y que la empresa
explotadora, llegando a 3) piense que la probabilidad de accidente es
extremadamente baja (que realmente lo es), aunque no podamos olvidar que todo
lo probable, aunque sea muy, muy, muy poco probable, siempre es posible. El
problema, es que, como decíamos en el post anterior, no hay criterios de
riesgo.
Pero los titulares de los medios de comunicación en muchas ocasiones nos hacer perder esta perspectiva. Acabemos
con la siguiente reflexión. Qué pasaría si, ponemos las
probabilidades a la inversa, es decir, hablamos de la probabilidad de que
no suceda, en vez de la probabilidad de
que suceda.
Veamos
como quedaría el titular del principio de este post:
“Hace una semana, el secretario de Estado, Federico
Ramos, aseguró que la probabilidad de que no ocurra la peor incidencia,
es decir, un escape de petróleo en forma de marea negra en los sondeos
exploratorios de Canarias, estaría entre el 99,99955% y el 99,999972%.”
Habiendo leído este post, seguiremos pensando en los mismos términos con uno u otro titular, pero sin entender lo expuesto en este escrito, el primer titular nos transmite un escenario de mayor inseguridad que el segundo.
Ahora, todos podemos
ponernos en el papel de un grupo ecologista (no estoy dispuesto a perder aunque
tenga la opción de ganar), el gobierno (debo arriesgar pero analizando las
probabilidades de pérdida y lo que tengo que ganar para la sociedad), la compañía petrolera (debo arriesgar pero
garantizando que si pierdo puedo pagar el precio de recuperación y/o
restitución de los daños), y la sociedad en general (debemos confiar en un
justo equilibrio y sentido común de los tres agentes anteriores)… aunque con la
salvaguarda de que ni el medio físico y biológico ni el desarrollo económico
son ningún juego.
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