domingo, 20 de julio de 2014

Riesgo, probabilidad y marea negra en canarias (II)


Siguiendo lo expuesto en el post anterior…

En el “diario.es” el pasado 12 de Junio se publicó lo siguiente:

“Hace una semana, el secretario de Estado, Federico Ramos, aseguró que la probabilidad de que pueda ocurrir la peor incidencia, es decir, un escape de petróleo en forma de marea negra en los sondeos exploratorios de Canarias, estaría entre el 0,00045% y el 0,000028%.”


Al leer este párrafo uno debe preguntarse: entre un 0,00045% y un 0,000028%, ¿es muy o poco probable?

Quiero decir, ¿es aceptable?

Entiendo, sin ánimos de ser pretencioso, que la práctica totalidad de lectores será lógicamente incapaz de contestar a esta pregunta partiendo de los datos tal y como están expresados, ya que la mayoría de nosotros no somos capaces de visualizar una probabilidad del 0,000028%.

Pero vamos a ver si expresando los datos de otra manera somos capaces de determinar si el riesgo es aceptable, es decir, si estaríamos dispuestos a correr ese riesgo, dada la probabilidad de ocurrencia (en términos comprensibles)  y teniendo en cuenta los beneficios socioeconómicos que el proyecto reportaría.

Y para ello, vamos a diseñar un juego en el que intervengan los mismos valores. Para simplificar, voy a utilizar el valor de una probabilidad del 0,00045%. ¿Cómo podríamos expresar este valor de forma más intuitiva?

Bien, imaginemos un dado de 6 caras. La posibilidad de que al lanzarlo salga una cara determinada es de 1 entre 6 (1/6) que es aproximadamente un 16,6%.

Así la probabilidad de que, por ejemplo, salga un 2 en un solo lanzamiento, será del 16,6%. Obviamente, la probabilidad de que salga cualquier número excepto el 2, será del 83,4% (100% - 16,6%)

Avancemos un poco más. Conociendo que la probabilidad de no sacar un “2” en un solo lanzamiento, es del 83,4%, les planteo tres juegos:
  • Usted lanza el dado, si sale un número diferente a “2”, gana 100 €, si sale un “2”, pierde 1 € (usted puede ganar 100 veces más de lo que puede perder)
  • Usted lanza el dado, si sale un número diferente a “2”, gana 10.000 €, si sale un “2”, pierde 10€ (usted puede ganar 1.000 veces más de lo que puede perder)
  • Usted lanza el dado, si sale un número diferente a “2”, gana 100 Millones de €, si sale un 2, pierde 10.000 € (usted puede ganar 10.000 veces más de lo que puede perder)


En los tres juegos, la probabilidad de ganar es de un 83,4%.

Si ahora les pregunto a cuál de los tres jugaría, su respuesta dependería de lo siguiente:
  1. ¿Estoy dispuesto a perder algo? Aunque sea 1 sólo euro.
  2. En caso de estar dispuesto a perder y perder, ¿puedo permitirme el pago?
  3. En caso de que se den 1) y 2), ¿estoy dispuesto a jugar con la probabilidad de ganar que tengo?
Fíjense que la probabilidad sólo importa cuando he decido que estoy dispuesto a perder a cambio de tener la opción de ganar, y que tengo suficiente dinero para pagar en caso de perder.


Entendido este ejemplo, veamos cómo queda esto de un 0,00045%.

Una probabilidad del 0,00045% quiere decir que hay aproximadamente una posibilidad de entre 222.222. (0,00045% = (0,00045 / 100) = 0,0000045 = (1 / 222.222))

Ahora, si planteamos el juego del dado, esta vez el dado tendrá 222.222 caras.

Y si en estas condiciones le vuelvo a ofrecer jugar a alguno de los tres juegos anteriores, su respuesta seguiría dependiendo de lo mismo:
  1. ¿Estoy dispuesto a perder algo? Aunque sea 1 sólo euro.
  2. En caso de perder, ¿puedo permitirme el pago?
  3. En caso de que se den 1) y 2), ¿estoy dispuesto a jugar con la probabilidad de ganar que tengo? 

Pero en este caso, pensaría que sería muy mala suerte sacar un 2 habiendo 222.221 caras que no tienen un 2. Es decir, ahora, la probabilidad de perder es de 0,0000045. O dicho de otra manera, la probabilidad de ganar es del 99,99955%.

Aún así, si usted no estuviera dispuesto a perder ni un euro en ningún caso, o no tuviera el dinero suficiente para pagar en caso de perder, tampoco jugaría.

En definitiva, todo depende de lo que estoy dispuesto o puedo arriesgar y de la certeza que tengo sobre lo probable que será que gane o pierda.

Es más probable que un ecologista no pase de la opción 1), y que la empresa explotadora, llegando a 3) piense que la probabilidad de accidente es extremadamente baja (que realmente lo es), aunque no podamos olvidar que todo lo probable, aunque sea muy, muy, muy poco probable, siempre es posible. El problema, es que, como decíamos en el post anterior, no hay criterios de riesgo.

Pero los titulares de los medios de comunicación en muchas ocasiones nos hacer perder esta perspectiva. Acabemos con la siguiente reflexión. Qué pasaría si, ponemos las probabilidades a la inversa, es decir, hablamos de la probabilidad de que no  suceda, en vez de la probabilidad de que suceda.

Veamos como quedaría el titular del principio de este post:

“Hace una semana, el secretario de Estado, Federico Ramos, aseguró que la probabilidad de que no ocurra la peor incidencia, es decir, un escape de petróleo en forma de marea negra en los sondeos exploratorios de Canarias, estaría entre el 99,99955% y el 99,999972%.”

Habiendo leído este post, seguiremos pensando en los mismos términos con uno u otro titular, pero sin entender lo expuesto en este escrito, el primer titular nos transmite un escenario de mayor inseguridad que el segundo.

Ahora, todos podemos ponernos en el papel de un grupo ecologista (no estoy dispuesto a perder aunque tenga la opción de ganar), el gobierno (debo arriesgar pero analizando las probabilidades de pérdida y lo que tengo que ganar para la sociedad), la compañía petrolera (debo arriesgar pero garantizando que si pierdo puedo pagar el precio de recuperación y/o restitución de los daños), y la sociedad en general (debemos confiar en un justo equilibrio y sentido común de los tres agentes anteriores)… aunque con la salvaguarda de que ni el medio físico y biológico ni el desarrollo económico son ningún juego.


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