Los ejemplos
de este post no pretenden posicionarme ni en un sentido ni en otro. Tampoco es
mi intención criticar las opiniones vertidas por empresas y expertos, eso sí,
critico ferozmente la forma en la que se exponen y presentan a la sociedad en
general.
Empecemos.
En
el enlace,
http://nooilcanarias.com/2014/05/22/220514-un-riesgo-para-todos-las-islas/
se
publicó lo siguiente:
Un profesor de la ULPGC advierte de que los sondeos de petróleo son un riesgo para todas las Islas (1). El profesor de Contaminación Marina Jesús
Cisneros, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), se reafirmó
ayer en que Repsol “ha manipulado” los datos
del riesgo de vertidos de sus sondeos previstos en Canarias para “rebajar
artificialmente el impacto real”(2).
(1) Afirmación más
que cierta. Existe la posibilidad de que se produzca un evento con
consecuencias negativas. Prácticamente toda actividad humana esta sujeta a
riesgo en estos términos.
(2) Afirmar que se han manipulado los datos de riesgo de vertidos para rebajar
artificialmente el impacto real, ya no se puede hacer tan categóricamente. Es
decir, riesgo implica eventualidad y lleva asociada incertidumbre en cualquier
caso. De este modo, en ningún caso deberíamos utilizar en una misma frase,
riesgo e impacto real. Podríamos, por ejemplo, hablar de que el impacto
previsible, o las consecuencias más probables, son significativamente más altas
en las predicciones hechas por el experto que en las hechas por la compañía.
Pero en ambos casos, haciendo énfasis en la palabra “predicción”. Es decir, un
experto podría afirmar que el modelo de
simulación utilizado por la empresa, deja fuera de las predicciones los
escenarios con probabilidades inferiores a, por ejemplo, 10-9, por
entrar en el ámbito de lo altamente improbable, y que de este modo, escenarios
con consecuencias catastróficas no son evaluados convenientemente.
Sigamos.
Cisneros, docente e investigador de la Facultad de
Ciencias del Mar, aseguró que ocurre un derrame de
petróleo por cada 260 sondeos, “y la propia Repsol lo indica
en su estudio, pero luego hace un giro rocambolesco para reducir esas
posibilidades a uno cada 50.000 y, finalmente, aplica para la evaluación de
impacto, 5,8 entre 100 millones, lo cual es totalmente absurdo, pues la
probabilidad se ha disminuido artificialmente un millón de veces respecto a los
valores normales para llegar solo a un resultado de impacto medio”(3).
(3) Asegurar que
ocurre un derrame de petróleo en uno de cada 260 sondeos, sin más, debería
hacernos plantear, por ejemplo, las siguientes preguntas:
¿Todos los sondeos se han realizado en las mismas condiciones? Es decir, ¿Se
ha utilizado la misma técnica, en ambientes similares y con tecnologías
prácticamente iguales?. Porque de no ser así, utilizar este dato como fuente de
información para un cálculo frecuentista de probabilidades no sería nada
correcto.
Se tiene una especial tendencia en análisis de riesgos a utilizar valores
de este tipo. Ojo, es muy delicado hacer afirmaciones partiendo de este tipo de
datos.
¿Todos los derrames son de la misma magnitud?
Evidentemente, al ser riesgo una combinación de probabilidad y severidad,
el valor de riesgo total debería estar convenientemente promediado.
Así, por ejemplo, si la compañía ha considerado que el valor de 1 derrame
cada 260 sondeos, se refiere a un promedio obtenido a partir de un histórico de
exploraciones y explotaciones (que no son lo mismo) y puede argumentar que en
sondeos de exploración esa frecuencia no es tan alta, y que además la técnica
de hoy en día es más segura que la utilizada en los primeros datos del
histórico que arroja el valor de 260, quedaría justificado que los valores no
coincidan con el experto.
Si además, solo considera vertidos con magnitud suficiente como para no
poder ser controlados y con probabilidades mínimas de llegar a la costa,
entonces es más que normal que la probabilidad de uno sea millones de veces
inferior a la del otro o viceversa.
Y continua:
“Aplicando la probabilidad normal, el resultado del
impacto nunca puede salir positivo, y sería imposible para el Ministerio de
Medio Ambiente poder justificar un impacto positivo” (4), añadió el experto…..
(4) Supongamos que probabilidad normal se
refiere a probabilidad clásica. Es decir, que toma valores entre 0 y 1. Entonces,
como la probabilidad de que se de un evento con consecuencias negativas para el
entorno nunca puede ser “cero”, efectivamente siempre habrá impacto negativo
sobre el entorno con probabilidad positiva.
De esta forma, es correcto afirmar que el Ministerio de Medio Ambiente nunca
podrá justificar un impacto positivo sobre el entorno físico y biológico (esta última parte omitida en la noticia).
Otra cosa es hablar del impacto sobre el entorno
físico y biológico que se está dispuesto a tolerar para obtener los posibles
impactos positivos en términos económicos y sociales.
Así, un proyecto puede tener impacto negativo
sobre el entorno pero un impacto positivo global considerando factores
económicos y sociales. Pero esta afirmación parte de la base de que es
aceptable o tolerable determinado nivel de riesgo con potenciales consecuencias
negativas sobre el medioambiente.
Y en esto radica el error de todo este tipo de
discusiones. Todo pasa por no tener determinado de antemano un concepto de
extrema relevancia: “los criterios de riesgo”, definido en la UNE-ISO 31000
como “términos de referencia respecto de los que se evalúa la importancia de un
riesgo”. (ISO GUIA 73:2009 definición 3.6.1.8).
Es decir, ¿dónde fijamos los límites de la
importancia de un riesgo? Y más aún, ¿En qué unidades expresamos estos límites
para que todo el mundo lo tenga claro?
En el siguiente post, profundizamos un poco más sobre este tema.
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