lunes, 26 de enero de 2015
miércoles, 21 de enero de 2015
ISO9001:2015, riesgo y paradigma. La gestión de la calidad no son solo procedimientos y registros
Entendemos
la incertidumbre como la falta de
total conocimiento sobre el devenir de las cosas, la gestión de la calidad (ISO
9001:2015) existe en tanto que la imperfección es esperable, y el riesgo hace converger estos conceptos
orientándolos hacia los objetivos.
Hago
referencia continuamente a que el riesgo es una cuestión de creencias y
preferencias y en este marco, hay un concepto que me atrae poderosamente la
atención. El paradigma.
Paradigma,
una palabra que hace ya años parece haberse instalado en el argot empresarial
como un concepto que revela conocimientos sobre estrategia e innovación, pero
que a mi entender, pocos de los que lo utilizan con tanta alegría se han
detenido a intentar conocer su origen, sus acepciones y su verdadero
significado.
Pues
bien, intentemos definirlo y posicionarlo como se merece en el mundo de la
calidad y el riesgo con el objetivo de que su comprensión aporte utilidad.
Epistemológicamente,
el termino paradigma proviene de la palabra griega “parádeigma” y su
significado literal es “modelo”, “ejemplo” o “patrón”. De hecho, para Platón,
los paradigmas eran los modelos divinos a partir de los cuales estaban hechas
todas las cosas terrestres.
Siguiendo
con la evolución del término, y ya en un plano más actual, hacia principios de
los años 90, se empezó a usar el término en gramática para referirse de forma retórica
a fábulas o parábolas, al igual que en lingüística para referirse a un conjunto
de elementos con similitudes.
Y en
psicología, el paradigma se refiere a la aceptación de ideas que
incorporamos como creencias en nuestras primeras etapas de la vida y que
aceptaremos como verdaderas o falsas aún sin necesidad de ponerlas a prueba en
un nuevo análisis.
Pero
la acepción que realmente nos interesan es la que considera al paradigma como
un conjunto de prácticas que definen una disciplina científica durante un
periodo de tiempo específico.
Thomas
Kuhn, físico, filósofo e historiador de la ciencia, desarrolló esta acepción
del término en su “estructura de las revoluciones científicas” al analizar los
procesos a los que se sometía la comunidad científica a lo largo de la
historia.
Y
como él mismo decía:
"Considero a los paradigmas
como realizaciones científicas universalmente reconocidas que, durante cierto
tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad
científica"
Thomas Kuhn
Recientemente
he leído un muy buen libro titulado “desayunando con partículas” de Sonia
Fernadez-Vidal (Debolsillo. 2013), que permite entender perfectamente la
acepción más científica del tema, y en el que de hecho, hace una referencia muy
explícita.
En
este libro, Sonia Fernández-Vidal, explica que del trabajo de Kuhn se pueden
destacar las siguientes etapas: Ciencia normal, crisis y nuevo paradigma.
Y la
evolución de estas etapas se entiende de la siguiente forma.
Una
vez hay un marco establecido, en el que se aceptan unas leyes y teorías como
verdaderas, los científicos van realizando sus investigaciones con la creencia
de que todos los fenómenos estudiados se podrán explicar con dichas leyes y
teorías.
Pero
a medida que se van realizando experimentos, se empiezan a observar lo que kuhn
denominó “anomalías”. Es decir, observaciones que no son explicables con las
leyes y teorías que se consideran como marco de referencia.
Mientras
estas anomalías son pocas, el paradigma no corre peligro, pero cuando se
acumulan (y que suceda esto es solo cuestión de tiempo), se empieza a
desconfiar del sistema establecido y todo el paradigma entra en crisis.
Llegados
a este punto, toda la comunidad científica centra sus esfuerzos en encontrar
más anomalías, estudiarlas e intentar comprenderlas. Y esta es la fase de mayor
creatividad, la fase de la innovación y de la redefinición del contexto.
Así,
la explicación de las anomalías modifica o sustituye las leyes y teorías
preestablecidas, hasta que se consigue un consenso que define el nuevo
paradigma.
Pensemos
por ejemplo en la evolución del paradigma basado en como se entendía el movimiento
de la tierra. Primero se consensuó y acepto un modelo geocentrista, (la tierra
era el centro del universo y todo giraba en torno a ella), posteriormente
Copérnico, a mediados del siglo XVI consigue un cambio de paradigma con su
modelo heliocentrista (la tierra gira alrededor del sol, y este, está en el centro
del universo).
Luego,
Galileo y Kepler mejoran el modelo aportando el concepto de orbitas elípticas y con las observaciones de Herschel y Bessel se acaba reconociendo que el
sol no es el centro del universo.
De hecho, no fue hasta la década de los años 20 del s.XX que se aceptó como
demostrado que el sistema solar formaba parte de un complejo aún mayor, la vía
láctea, y que ésta, no era más que una entre muchos millones de galaxias.
Pues
bien, cada uno de estos cambios de paradigma fueron consecuencia de que las
observaciones que no coincidían con el modelo establecido se acumulaban hasta
instaurar una duda insostenible que forzaba a pensar y crear nuevos modelos que
explicaran la realidad.
¿Y cómo esto me puede ser útil en términos de calidad y empresa?
Vamos
a ello. En su libro “la historia de las revoluciones científicas”, Kuhn
caracteriza al paradigma distinguiendo que hay que tener en cuenta:
- Lo que se debe observar y escrutar
- Lo que debemos preguntarnos para hallar respuestas relacionadas con el objetivo
- La forma en la que debemos estructurar esos interrogantes
- Cómo deben interpretarse los resultados de la investigación científica
Así,
al final, cuando hay un consenso entre los miembros de una comunidad en cuanto
a estos aspectos, podemos hablar de paradigma.
A
nivel empresarial o político pasa lo mismo, pero con una diferencia
extraordinariamente significativa: al contrario que con la comunidad
científica, en la empresa y la política las anomalías son “molestas” y se
tiende a esconderlas perpetuando así la fase de crisis.
Cuando
hablamos de que el riesgo es el efecto de la incertidumbre sobre la consecución
de los objetivos, podemos decir que en realidad hablamos de buscar y evaluar
anomalías.
Y es
aquí donde entiendo que tenemos un poderoso método para afrontar como encontrar
y evaluar anomalías: Planteando y dando respuesta a los cuatro puntos que
caracterizan un paradigma.
Es
decir, anotando, respecto a cada objetivo:
- Qué debemos observar y escrutar
- Qué debemos preguntarnos en relación a nuestros objetivos
- Cómo debemos estructurar estos interrogantes
- Cómo debemos interpretar los resultados
Y en
términos de gestión de la calidad, la nueva ISO 9001:2015, con la introducción del concepto de riesgo, a mi
entender, pretende precisamente lo que he explicado en este artículo, un cambio
de paradigma. (y ahora sí podemos entender a qué me refiero cuando digo
“paradigma”)
Entendamos
así un sistema de gestión de la calidad como un conjunto de objetivos revisables para
detectar anomalías y mejorar de forma continua la comprensión de nuestro
mercado para ofrecer de forma sistemática la mejor de las opciones.
Evidentemente, nosotros solos no vamos a cambiar ningún paradigma, pero fijémonos como el intentar entender un concepto "macro" nos ha aportado una forma de afrontar problemas "micro".
jueves, 15 de enero de 2015
martes, 13 de enero de 2015
Plan de marketing y ventas basado en riesgo
Si
hay un departamento en las empresas que trabaje con incertidumbre es
precisamente el de marketing y ventas
(o ambos en caso de estar diferenciados).
Otra
cosa es que el concepto de riesgo,
entendido des de su acepción clásica de ocurrencia de hechos no deseados, no
haya tenido suficiente peso como para que en estos departamentos se considerara
la disciplina de su gestión como una herramienta más de trabajo.
No
obstante, llegados al punto en el que se redefine el concepto de riesgo para
darle un sentido más amplio y ganar en consecuencia utilidad en su uso, los
departamentos de marketing y ventas tendrán a su disposición una potente
herramienta de trabajo si consideran la gestión del riesgo como parte integrante
de sus procesos.
Me
explico. La definición de riesgo que hace la UNE-ISO-31000 es “efecto de la incertidumbre sobre la consecución
de los objetivos”. Así, dado que cualquier proceso de componente predictivo
estará sujeto a incertidumbre por no poder tener nunca un conocimiento perfecto
del futuro, la gestión del riesgo será tanto más útil cuanto más pueda afectar
la incertidumbre a los objetivos.
En
un post anterior, Riesgo, objetivos y la ISO 31000 en los presupuestos anuales de las empresas, me refería a cómo se vienen elaborando los
presupuestos en las empresas des de el punto de vista de la perspectiva de
ventas. En éste, intentaré explicar como veo su relación con el marketing y
como la gestión del riesgo puede ser una poderosa herramienta de trabajo en
este sentido.
Considerando
la misión y visión de la empresa, y una vez analizados los contextos internos y
externos, (lo que tradicionalmente se define como análisis de la situación y
diagnóstico), se concretan los resultados en una DAFO y se define un
planteamiento estratégico del marketing general de la empresa.
Este
plan de marketing global deberá concretarse y ejecutarse en base a los
objetivos que en materia comercial se hayan planteado. Evidentemente, no todas
las empresas siguen este circuito de la misma forma, pero al final todas tienen
lo mismo: objetivos y plan de acción para conseguirlos.
El
problema radica en que los objetivos no dejan de ser puras predicciones y que
las acciones de marketing llevan asociada incertidumbre en tanto que no se
conoce el efecto concreto que tendrán sobre la consecución de los objetivos.
A mi
entender, no haber considerado el análisis de riesgo como herramienta, o la
gestión de riesgos como disciplina, ha hecho perder eficacia a los
departamentos de marketing y ventas. Pero la ISO 31000 nos brinda la oportunidad de remediarlo.
Desarrollemos
un poco esta afirmación.
Los
objetivos no son más que expectativas, y las expectativas están sujetas a
incertidumbre y error. Me explico. Las expectativas las generamos integrando
toda la información disponible, ya sea física ya sea intangible derivada de las
experiencias personales. Como dicha integración nunca nos puede dar una imagen
fiel y certera de los resultados futuros, la incertidumbre entra en juego. Por
otro lado, al integrar los datos y experiencia que tenemos cometemos errores y
sesgos.
Los
sesgos quedan perfectamente definidos y explicados en la teoría de las
perspectivas de Daniel Kahneman.
Este
psicólogo, premio novel de economía, desarrolló su teoría a partir de los
resultados experimentales encontrados, que contradecían la tradicional Teoría
de la Utilidad de Bernoulli.
Básicamente,
lo que encontró Kahneman es que la teoría de la utilidad no se evidenciaba
experimentalmente porqué no consideraba los sesgos derivados de la complejidad
y diversidad del comportamiento humano.
Lo
que la teoría clásica dice es que razonablemente se debería esperar que un
individuo prefiriera dos veces más, (o asignaría el doble de valor para ser más
exactos) un juego en el que las posibilidades de ganar fueran de un 20% que uno en el que las posibilidades de ganar fueran del 10%. Pero los resultados
experimentales de Kahneman no lo reflejaban así.
El
valor que se otorga a la magnitud de las pérdidas y de las ganancias es
diferente según sea el caso. Es decir, los humanos somos más propensos a actuar
para evitar pérdidas que para obtener ganancias, o sea, atribuimos más valor
absoluto a un 10% de pérdidas que a un 10% de ganancias.
Por
otro lado, también los cambios en las probabilidades son diferentes. Damos más
valor a un aumento de un 5% cuando las posibilidades iniciales son bajas que
cuando son altas. Es decir, damos más valor a una probabilidad que aumenta del
5% al 10% que una que aumenta del 90% al 95%.
En
su libro, “Pensar rápido, pensar despacio”, Kahneman hace una brillantísima
descripción y desarrollo de los sesgos a los que estamos sujetos cuando hacemos
predicciones y en consecuencia decidimos cómo actuar.
Así,
anclaje, disponibilidad, sustitución, optimismo, efecto marco o aversión a las
pérdidas son ejemplos de sesgo bien documentadas.
Considerar
que la información que obtenemos de nuestros vendedores y clientes está sujeta
a estas fuentes de sesgo y entender que su análisis disminuirá el error en
nuestras predicciones ya es un muy buen punto de partida.
Por
otro lado, hay que considerar también un factor que por experiencia tiene un
peso importante en la fijación de objetivos por parte del equipo comercial. Lo
que se espera de cada uno y lo que representa alcanzar o no los objetivos en
términos económicos, es también una gran fuente de error que se introduce en
las predicciones al hacer los presupuestos.
Por
todos es sabido que a nivel comercial no se suele fijar un nivel de objetivos
muy alto aunque se crea posible, no vaya a ser que para el siguiente ejercicio
se parta de lo alcanzado en el anterior. Igualmente, también es sabido que la
mayoría de direcciones, conscientes de la prudencia de sus equipos, fijan
finalmente objetivos muy altos aunque sepan que son inalcanzables.
De
esta manera, aunque sí que trabajamos en un ambiente que parece maximizar las
ventas, también perdemos una información que para el desarrollo del negocio
considero de altísimo valor añadido: la precisión en la predicciones.
En
muchos casos, la elaboración de presupuestos es un juego de trampas al
solitario. Así, por ejemplo, si en lugar del enfoque tradicional, enfocáramos
los incentivos por consecución de objetivos no solo en función del resultado
final sino también en base a lo preciso que fueron las predicciones, a medio
plazo la empresa ganaría enormemente. ¿Por qué?, porque vendedores y
responsables de marketing y ventas, harían un verdadero ejercicio de análisis
de la incertidumbre para conseguir no solo cantidad, si no, precisión. De este
modo, al reducir la incertidumbre, las acciones a emprender para conseguir los
objetivos serían necesariamente más acertadas.
El sistema utilizado para elaborar presupuestos en la
mayoría de las empresas no tiene en cuenta este factor, y de este modo, se
ignora el efecto de la incertidumbre asociada.
Como hemos visto, modelar la incertidumbre ya no es un tema
de seguridad, es un tema de generación y retención de valor que cobrará una
especial importancia en departamentos de marketing y ventas en los próximos
años.
domingo, 4 de enero de 2015
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