lunes, 2 de febrero de 2015

101 formas de definir objetivos bajo incertidumbre

La definición y caracterización de objetivos es uno de los grandes retos a los que se enfrenta un responsable de sistemas de gestión, un responsable de marketing, y en general, cualquier profesional que debe tomar decisiones de forma habitual.

Que cumplan los criterios de ser específicos, medibles, alcanzables, asignables y acotados en el tiempo parece limitar la creatividad y es común encontrar de forma recurrente los mismos objetivos una y otra vez.

En mi opinión, quizás el problema radica en que no se presta una especial atención a entender estos conceptos y la forma de abordarlos con amplitud de miras. No entiendo lo difícil que suele hacerse la transferencia de conocimiento “intersectorial”. Parece que una vez “asentados” en un sector y una categoría profesional, el lenguaje, las acciones, y las decisiones se circunscriben a un reducido número de técnicas y herramientas.

Podemos leer todas las guías que queramos sobre la forma en la que deben fijarse los objetivos, pero haz la prueba, busca en “google”: “objetivos empresa”. Luego, ves a “imágenes” y encontrarás algo como esto:



¿De verdad los objetivos son flechas y dianas? Podría ser. De entrada, parece que gráficamente los objetivos los representamos con direccionalidad, acuerdo y acierto con precisión.

Ahora, en vez de “objetivos”, prueba con “objetivos ejemplos”. Ves también a imágenes y lee unos cuantos de los que aparecen. ¿Que te parece?.

Efectivamente, no queda explicitada la direccionalidad, ni el acuerdo ni el acierto con precisión, y lo que es peor, no parece que sirva para mucho haber fijado estos objetivos si pretendemos que nos ayuden a mejorar nuestros procesos o a hacernos más eficientes.

¿Y qué podemos hacer? De entrada aprender a trabajar el concepto de incertidumbre, asumir que se puede reducir pero no eliminar, y observar como se gestiona en otros campos y profesiones.

Cada una de las características que nos piden que tenga un objetivo aporta más o menos incertidumbre. Me explico:

  • Que sea específico: normalmente como más específico menos certeza tendremos sobre su consecución absoluta.
  • Que sea medible: cómo más cueste medirlo, menos certeza tendremos sobre su consecución.
  • Que esté acotado en el tiempo: En este caso, dependerá del objetivo. Aunque parece que es más fácil acertar a corto, a veces, el largo plazo reduce la incertidumbre. Pensemos por ejemplo en todos aquellos eventos cuya media se ajusta a la ley de los grandes números.
  • Que sea alcanzable: Curiosa característica relacionada con la incertidumbre. Difícil distinción a veces la que se da entre optimismo e ignorancia.
  • Que sea asignable objetivamente: Cuando un objetivo depende de una única persona, normalmente se introduce menos incertidumbre que si es difuso en cuanto a la responsabilidad de alcanzarlo.
De esta forma, si trabajamos los objetivos en términos de incertidumbre, se nos abre un campo enorme de posibilidades. Saber como gestionan la incertidumbre los médicos, las entidades financieras, los meteorólogos, las aseguradoras, los ingenieros aerospaciales o los agricultores, nos ayudará a fijar objetivos que busquen algo más que su consecución, es decir, que sean útiles.

Os aseguro que hay más de cien formas de fijar objetivos y conseguir que esta acción sea lo que se merece, la más importante fase de la gestión.

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